sábado, 18 de noviembre de 2006

Presentación


El motivo que me mueve a escribir este cuaderno de bitácora, como así denomina la RAE al blog, sería regalar palabras a los demás, jugar con ellas y que juntos entremos en su fascinante mundo. Al igual que sucede en el cuento de Galdós, La conjuración de las palabras, las letras cobran vida y a modo de arenga, sin duda, nos gritan: "Sursum corda!", perdamos el miedo que no el respeto y adelante.

Por último, no puedo dejar de transcribir las palabras de Gabriel García Márquez, recogidas en su "Prólogo" al Diccionario del uso del español actual clave:

Un gran maestro de música ha dicho que no es humano imponer a nadie el castigo diario de los ejercicios de piano, sino que éste debe tenerse en la casa para que los niños jueguen con él. Es lo que me sucedió con el diccionario de la lengua. Nunca lo vi como un libro de estudio, gordo y sabio, sino como un juguete para toda la vida. Sobre todo desde que se me ocurrió buscar la palabra amarillo, que estaba descrita de este modo simple: del color del Limón. Quedé en las tinieblas, pues en las Américas el limón es de color verde. El desconcierto aumentó cuando leí en el Romancero Gitano de Federico García Lorca estos versos inolvidables: "En la mitad del camino cortó limones redondos y los fue tirando al agua hasta que la puso de oro". Con los años, el diccionario de la Real Academia aunque mantuvo la referencia del limón hizo el remiendo correspondiente: del color del oro. Sólo a los veintitantos años, cuando fui a Europa, descubrí que allí, en efecto, los limones son amarillos.

(Gabriel García Márquez, "Prólogo" del Diccionario de uso del español actual clave, Madrid, Ediciones SM, 1997, pág. 8).